El ex futbolista de 38 años, que dio el salto político como alcalde del distrito limeño de La Victoria, tiene como horizonte la lucha contra la corrupción y apela a su fama, carisma y a un equipo de expertos con un detallado plan de gobierno para “clasificar” a la segunda vuelta.
Tras un debate televisado en el que expuso sus ideas, pero le costó atajar algunos contraataques de sus rivales, Forsyth permanece en el pelotón de candidatos en empate técnico que busca seguir con vida tras las elecciones del domingo 11 de abril. Aunque evita enmarcarse en ideologías, asegura que su perspectiva liberal en lo económico no implica que no tenga una visión social: “No queremos un gobierno populista que esté de espaldas a la población (…) Especialmente dentro del contexto en que nos encontramos actualmente, con una crisis económica terrible, vamos a darle las facilidades que corresponden a la empresa privada”.
Acostumbrado a usar metáforas deportivas, aclaró que criticar la ausencia del estado no significa que este deba ser más grande. “El estado debe ser fuerte y tener un cuerpo de atleta, no grasoso. Queremos reestructurar el estado, eso no significa crear más ministerios, sino buscar es la eficiencia”, dijo a Infobae desde Cajamarca, en el norte del Perú, donde la inamovilidad por la pandemia forzó a una suspensión de los actos de campaña en Semana Santa.
Su campaña se basa en la lucha contra la corrupción, la frescura de caras nuevas -intenta sin éxito instalar el término “mismocracia” como uno de los grandes males políticos del país- y la mano dura contra la delincuencia.
Hijo de un diplomático, viajó por el mundo, habla varios idiomas y estudió en uno de los colegios más caros de Lima. Sin embargo, sostiene que sus privilegios no lo alienaron, ya que también conoce de cerca la realidad del país por su carrera futbolística. “Tengo una cultura internacional que quizás muchos no tienen”, destacó. “Crecí con el pueblo, viendo las necesidades de mis compañeros, gente en el entrenamiento que ni siquiera le alcanzaba el dinero para el pasaje de la combi. Tuve la oportunidad de tener los dos mundos. Eso es lo importante, entender que el Perú necesita de los dos mundos, que se unan estos mundos. Eso es algo que yo tengo”.
De todos modos, aunque el FMI recomendó recientemente la entrega de bonos de más de 750 dólares a los más humildes para reducir los niveles de pobreza por la pandemia, Forsyth sostiene que su plan no apunta a “limosnas”, sino a programas de empleos temporales. “Debemos tener algo más productivo, pagar a la ciudadanía que más necesita para que ayuden también a construir y dejar algo de infraestructura”, explicó el candidato, quien está próximo a terminar su carrera universitaria. Si todo sale como planea, podría obtener su título antes del cambio de mando del 28 de julio. Él aspira a ser el presidente peruano más joven desde Alan García, quien en 1985 asumió con 35 años. /Con información de Infobae